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La ascensión a este imponente roquedo de Peña Gobea, cerca del Parque de Valderejo, permite una entretenida incursión en el mundo de las vías ferratas
El Carrias, o Peña Karria/Gobea, como se le conoce popularmente, aunque la última edición del Catálogo de Cimas de Euskal Herria propone la acepción castellana porque «sería difícil de creer el hallazgo de un topónimo vasco en una zona tal occidental de Valdegobia», es la cima estandarte del cordal de Peña Gobea. No es su cumbre más alta, pero sus imponentes farallones le dotan de un atractivo -montañero y estético- del que carece, por ejemplo, el Recuenco, la cota más alta de la zona (1.240).
Además, su importancia para los lugareños queda remarcada en el hecho de haber dado nombre a Valdegobia -‘valle de Gobea’-.
La verticalidad de este crestón calcáreo dota a esta cumbre de una singularidad propia, con unas condiciones de ascensión más propias de macizos con mayor renombre, como pueden ser los Picos de Europa. Hasta tal punto, que su vía normal por la cara sur (PD) acoge la única vía ferrata de Euskadi. Se trata de una cadena instalada en la pared y que ayuda a superar los tramos más comprometidos.
De todas formas, la ayuda ‘suplementaria’ que ofrece la cadena no nos debe impedir acudir con el mínimo material de escalada para asegurar el tramo. Este equipo nos evitará un mal rato, no tanto en el ascenso, como en el descenso.
Como curiosidad, desde el burgalés núcleo de Arroyo de San Zadornil, del que parte la ruta normal, se divisa perfectamente, a la derecha de la cumbre, una oquedad que traspasa toda la peña. Cuenta la leyenda que fue hecha por los habitantes de Corro, pueblo situado a los pies del Carrias en su vertiente norte, a huevazos -como suena- para poder ver el reloj de la iglesia de Arroyo.
La ascensión por la vía normal comienza en Arroyo, desde el que la vista del Carrias es impresionante. Hay que descender hasta el cauce del río Paúles, cruzar el puente y acceder a la pendiente herbosa (derecha), tras cruzar una valla de madera. Remontamos unos metros hasta el pinar y ascendemos en diagonal hacia la derecha por una senda desdibujada a tramos. Más arriba, tuerce a la izquierda y sale por la parte superior del pinar a terreno despejado, por el que se alcanza la base del roquedo (0h.40′).
Siguiendo a la izquierda (O) por la base de la pared encontraremos las marcas que señalan el inicio de la vía, que a través de una evidente canal sube a la arista. Al principio la trepada es sencilla, aunque más arriba se complica al hacerse más vertical (II). Es el punto en el que descubrimos la cadena y las clavijas que nos ayudarán a sortear las principales dificultades técnicas de la vía, que pueden ofrecer más problemas a la hora de descender.
Una vez en la cresta (0h.55′), no queda más que seguirla hacia la derecha. No ofrece problemas. Es herbosa, más ancha de lo que parece desde el valle, y más aérea que peligrosa, así que en pocos minutos alcanzaremos el punto culminante del Carrias (1h.00).
Está señalizado con un pequeño y original buzón en forma de tamboril. El descenso se realiza por la misma ruta de subida. Los escaladores con más pretensiones tienen en el Carrias varias rutas y vías para poner a prueba su experiencia. Son clásicas las travesías de la arista sureste y noroeste; la vía noroeste por el ‘Frontal de Las Tablas’ o la gran de la pared suroeste, conocida como ‘Pitxe’.
HITOS
Desde Bilbao, BI/A-625 por el puerto de Orduña hasta Valdegovía (A-2622) y seguir por San Millán y San Zadornil hasta Arroyo.
Desde Vitoria, N-1 a Nanclares, y A-2622 por Pobes y Valdegovía hasta San Zadornil.