Torre de los Varona, en Villanañe

En el valle alavés de Valdegovia se encuentra la localidad de Villanañe, en las confluencias de los ríos Tumecillo y Omecillo, cerca del parque natural de Valderejo. Tan pequeño núcleo de población posee un importante patrimonio artístico.

La iglesia parroquial de Santa María se construyó en el S. XVI con portada posterior renacentista. Posee una torre esbelta cuyo cuerpo de campanas es rematado por un cuerpo piramidal rematado con planchas de zinc. A orillas del río Tumecillo encontramos varios molinos, un puente medieval y el Santuario de Nuestra Señora de Angosto.

Pero sin lugar a dudas, la joya de Villanañe es la Torre de los Varona siendo la única fortaleza de Álava que conserva su foso, edificándose a finales del S. XIV.

Qué dice la Wikipedia sobre Villanañe y la Torre de los Varona

Villanañe es un concejo perteneciente al municipio alavés de Valdegovía.

Tiene actualmente una población que ronda los 100 habitantes.

Villanañe ha estado ligada tradicionalmente a la hermandad de Valdegovía. No en vano las juntas de la hermandad se celebraban en Villanañe, en cuyas cercanías se conserva aún como árbol singular la encina juradera bajo la cual se celebraban dichas juntas.

Sin embargo, en 1841 Villanañe se separó del resto del valle y junto con Bellojín formó un municipio propio, que no se reintegró a Valdegovía hasta 1923.

Villanañe se encuentra junto a la confluencia de los ríos Omecillo y Tumecillo, en un nudo de comunicaciones usado desde época romana en la ruta que unía la calzada Astorga-Burdeos con el mar Cantábrico a través de Orduña. En la Alta Edad Media fue también un punto vital en las comunicaciones entre Álava y la primitiva Castilla. Villanañe nace en el lugar que ocupa actualmente el Barrio Alto del pueblo (hoy en día despoblado), donde se encuentra la Torre de los Varona, principal casa-torre conservada en todo Álava.

La Torre de los Varona, casa solar de este importante linaje fue construida a finales del siglo XIV y restaurada hace pocos años. Mantiene aún hoy en día la estructura original, incluyendo un foso.

Los moradores del poblado, pagaban tributo a los Varona, y tenían la obligación, dos una noche y dos otra, de estar todas las noches desde 1º de mayo hasta último día de julio, con dos palos de cinco varas de largo, dando golpes en el foso que llamaban cava, y decían el privilegio: “Para que las ranas no despierten al señor”.

Lo que ha dado lugar a un gentilicio burlesco; los callaranas.