Rutas de las merindades

Fuente: Patronato de Turismo de Burgos

Patronato de Turismo de BurgosEntrar en el Valle de Mena descendiendo las empinadas rampas del puerto de El Cabrio -antes se pueden visitar la interesante portada rom��nica de Bercedo y el puente romano de Ag��era- es introducirse en una de las tierras m��s hermosas y con mayor personalidad e historia de toda la provincia de Burgos. Un paisaje siempre verde, al que llegan sin dificultad las brisas h��medas del cercano mar Cant��brico, va a sorprender gratamente a los viajeros.

Ir��s es la primera parada de esta ruta. Al lado de su fortificada iglesia parte un camino por el que enseguida se alcanza la obra de una calzada romana. Todav��a son visibles algunos tramos bien conservados del firme de esta v��a que atravesaba todo el Valle de Mena.

Por la carretera de Villasana se localiza el ramal asfaltado que asciende al santuario de Cantonad. Desde esta verdadera atalaya natural se divisa una de las mejores perspectivas de Mena.

A la altura de Vivanco, lugar que conserva varias casonas palaciegas y en donde se guarda un interesante sepulcro rom��nico, hay que desviarse por la carretera local que conduce a Lezana de Mena. Enclavada en una zona de frescos prados naturales -omnipresentes en la comarca- en los que pastan numerosas vacas y caballos, aparece la altiva silueta de la torre de Lezana.

Perteneciente a la ilustre familia de los Velasco fue levantada, a finales del siglo XIV, en una ��poca de duros enfrentamientos entre las distintas familias de la nobleza local.

Por Sope��ano, desde donde se pueden alcanzar las fuentes del r��o Cadagua, hay que seguir la carretera que sin problemas alcanza las primeras estribaciones de la sierra de la Magdalena. En este anfiteatro natural en el que se desploman los verticales taludes rocosos de La Pe��a y que aparece tapizado por un frondoso bosque caducifolio de hayas, robles y quejigos, se concentran los m��s escogidos monumentos del rom��nico local.

Encaramada en lo alto del pueblo de Siones se encuentra la iglesia de Santa Mar��a. Construido en el ��ltimo cuarto del siglo XII, en el interior de este magn��fico templo destacan la doble arquer��a del ��bside y las misteriosas representaciones iconogr��ficas de los dos ed��culos que se abren a los lados del crucero. Muy cerca queda la iglesia de El Vigo con su t��mpano historiado.

Lo que m��s sorprende de la iglesia de San Lorenzo de Vallejo de Mena es su car��cter ex��tico e inacabado. De finales del siglo XII, posee una sola nave, tres portadas y un curioso y robusto ��bside. De este ��ltimo destacan sus haces de columnas y un dosel de arcos ciegos de clara influencia lombarda.

Un peregrino, con venera y bord��n, esculpido en una arquivolta de la portada principal de Vallejo nos recuerda el paso por Mena de uno de los m��s antiguos caminos jacobeos.

La entrada de Villasana de Mena est�� guarnecida por una elevada torre, mandada edificar por Juan Fern��ndez de Velasco, en el siglo XV. Siguiendo por la calle del Medio, toda ella flanqueada con casas de origen medieval, se localizan el palacio de Matienzo y el convento de Santa Ana, dos de los edificios m��s notables de la villa.

Para continuar el recorrido hay que retroceder por la carretera de Burgos hasta el cruce que, desde el cercano Villanueva, conduce a Caniego. Muy cerca quedan el famoso monasterio de Taranco -lugar en donde por primera vez se escribi�� la palabra Castilla- y el noble pueblo de Concejero.

Despu��s de enfilar hacia Burce��a y Hornes la carretera se dirige a Nava de Ordunte. Poco antes de ese pueblo se puede tomar la desviaci��n que asciende hasta la presa del pantano de Ordunte. Desde este lugar parten varias rutas senderistas a la b��squeda de los hayedos, los robledales y las cimas de los Montes de Ordunte.

Desde Nava de Ordunte y por la carretera de Valmaseda hay que llegar hasta El Berr��n, ��ltimo pueblo de Castilla. All�� es necesario desviarse, siguiendo varias pistas asfaltadas, hasta enlazar en Antu��ano -muy cerca queda la iglesia de San Pelayo y su interesante t��mpano rom��nico- con la carretera que se dirige a la localidad alavesa de Arceniega.

Una vez situados en la serpenteante carretera que enlaza Arceniega y Trespaderne, no resta m��s que ascender tranquilamente hasta lo alto de la Pe��a de Angulo. Desde alguno de los miradores que se asoman al espectacular paisaje del Valle de Angulo, es posible dominar todo el conjunto de peque��as aldeas que configuran este pintoresco espacio geogr��fico. Tambi��n el Valle de Angulo es un para��so para los entusiastas del contacto con la naturaleza: hayedo de Encima-Angulo y cascadas de San Miguel y, sobre todo, Pe��aladros.

El t��nel del puerto de Angulo permite franquear la Sierra Salvada e internarse en las m��s meridionales tierras del Valle de Losa . Al llegar a un cruce hay que dirigirse a Quincoces de Yuso. De este pr��spero pueblo parte la pista asfaltada que se acerca a Relloso. Un poco antes de llegar a esta aldea semiabandonada se localiza la llamada Cueva del Agua, impresionante surgencia en la que nace el r��o Jerea.

En el mismo Relloso, pueblo rodeado por espesos hayedos y robledales, se puede coger el camino que asciende hasta el t��nel de la Complacera: magn��fico mirador natural de una buena parte de estas comarcas norte��as burgalesas.

Otra vez por la carretera de Trespaderne y pasando por pueblos como San Llorente, Villaluenga y R��o de Losa se alcanza con facilidad el pueblo de San Pantale��n de Losa. Su caser��o se extiende a la sombra de una gran pe��a en cuya cima se encuentra la famosa ermita de San Pantale��n, una de las construcciones rom��nicas m��s curiosas y bellas de todo el rom��nico castellano.

Desde el pueblo hay que tomar el camino que por la izquierda asciende suavemente hasta lo alto de la cresta caliza. Pronto se descubre, levantada sobre un terreno con gran declive, la peque��a ermita de San Pantale��n. Consagrada en 1207, es posible que se empezase a construir a finales del siglo anterior. Consta solamente de un tramo bajo c��pula y de un ��bside. Sobre el arco triunfal aparece situada una elegante espada��a. En la portada y en las ventanas se concentra un original repertorio iconogr��fico.

Adem��s de su alto valor art��stico, San Pantale��n est�� pre��ado de misteriosas y esot��ricas leyendas entre las que sobresale la del Santo Grial.

Despu��s de contemplar el magn��fico paisaje que se divisa desde lo alto de la pe��a -una alargada depresi��n enmarcada por los blandos materiales del Cret��cico Superior y cubierta en su mayor parte por espesos bosques de pino, roble y encina- hay que regresar hacia Quincoces de Yuso y en sus inmediaciones tomar la carretera que prosigue paralela al r��o Nab��n en direcci��n a Berberana.

Antes de llegar a este ��ltimo pueblo se puede visitar el hayedo de San Mart��n de Losa y conocer Villalba de Losa, patria chica de Juan de Garay, fundador de la ciudad de Buenos Aires.

En Berberana es preciso desviarse por la N-625 con direcci��n a Bilbao. Antes de culminar el puerto de Ordu��a un camino forestal asfaltado conduce hasta Monte Santiago y el mirador del Ca����n. Desde este lugar, protegido bajo la figura de «Monumento Natural», se domina el salto del Nervi��n. En ��poca de deshielo o de fuertes lluvias el espect��culo que ofrece la cascada es ��nico e inolvidable. Se pueden realizar numerosas rutas de senderismo.

Otra vez por Berberana y siguiendo tambi��n la N-625 hay que introducirse en ��lava. El objetivo es alcanzar la Jurisdicci��n de San Zadornil, una porci��n de la provincia de Burgos que s��lo es accesible desde tierras alavesas. En este desconocido espacio provincial, cuajado de verdes prados, densos bosques y aislado por el sur por los encrespados riscos calizos de la Sierra de ��rcena, se comenz�� a fraguar a partir del siglo IX, la historia del primitivo reino de Castilla.

Por la desviaci��n que se��ala Valdegov��a r��pidamente se alcanza el pueblo burgal��s de Valpuesta. Sede de uno de los primeros obispados de la Reconquista -desde el a��o 802 hasta 1087- Valpuesta a��n conserva los restos de su esplendor: una colegiata g��tica levantada sobre varios templos anteriores y un bien conservado torre��n fechado en la primera mitad del XV.

El pueblo de San Zadornil, con su r��stica iglesia rom��nica de San Saturnino y el de Villafr��a de San Zadornil, enclavado en plena Sierra de ��rcena y en el que se puede contemplar uno de las paisajes m��s pintorescos de toda la provincia, completan la ruta. Para regresar es preciso volver a tierras alavesas y, por B��veda, enlazar con San Pantale��n de Losa.

VALLE DE MENA Y LOSA. ENTORNO A ESPINOSA DE LOS MONTEROS
Desde Soncillo -muy cerca, en Villab��scones de Bezana, se localiza la fant��stica cascada de Las Pisas-, localidad que desprende por sus cuatro costados un t��pico aire monta����s, la carretera C-6318 se dirige hacia Santelices y Pedrosa de Valdeporres. Un poco antes de llegar al primero hay que tomar la pista asfaltada que conduce hacia Busnela.

Siguiendo el curso del incipiente Nela, que junto al Ebro es el principal r��o que recorre la comarca de Las Merindades, pronto se deja atr��s el caser��o, presidido por un macizo torre��n, del peque��o pueblo de Cidad. Unos metros despu��s de pasar el cruce de la pista que se encamina hacia Haedo de las Pueblas, y a mano izquierda de la carretera, aparece sobre una peque��a elevaci��n el dolmen semirrupestre de Busnela. Este curioso megalito -puede fecharse hace unos 5.000 a��os- se construy�� aprovechando una gran roca sobre la que se apoyaron siete enormes ortostatos de roca arenisca.

Tras retroceder de nuevo hasta el cruce de Santelices -desde donde se puede llegar hasta la boca del t��nel de la Enga��a y, desde all�� sendereando, a las impresionantes fuentes del r��o del mismo nombre- hay que tomar la desviaci��n que se dirige a Puentedey. En el centro de este pueblo se localiza uno de los m��s singulares fen��menos de la naturaleza que se pueden observar en Burgos: un gran puente -m��s de 15 metros de alto- excavado por el r��o Nela en la dura roca caliza.

El pueblo tambi��n conserva algunos restos rom��nicos y una casa-fuerte que perteneci�� a los Velasco. Desde Puentedey la carretera abandona el curso del Nela y asciende por Quintanilla Valdebodres -acceso a los Canales de Dulla y a la cascada de La Mea- al encuentro de la Merindad de Sotoscueva.
Por la carretera que se dirige a Cueva se alcanza el punto culminante del circo de San Bernab��. En el fondo de este gran valle ciego se localiza el sumidero del r��o Guare��a. Por este famoso «ojo» se introduce el r��o en los materiales calizos del Cret��cico, dando lugar al complejo de simas, galer��as, r��os y lagos subterr��neos conocido como Ojo Guare��a.

El Complejo K��rstico de Ojo Guare��a, declarado «Monumento Natural», es con sus casi 100 kil��metros de desarrollo el m��s extenso de Espa��a y est�� entre los diez mayores del mundo. El mismo nombre de la Merindad de Sotoscueva indica que la vida y las costumbres de sus habitantes han girado desde siempre alrededor de las cuevas.

El entorno de Ojo Guare��a es uno de los pocos lugares del planeta en el que se puede seguir con toda claridad, y sin que falte ninguna etapa clave, la evoluci��n de la religiosidad del hombre occidental.

Una vez visitada la ermita y la cueva de San Bernab��, el periplo contin��a, atravesando los peque��os pueblos de Cueva, Quisicedo y Quintanilla del Rebollar hasta alcanzar Espinosa de los Monteros . Un paisaje fresco, alegre y siempre verde recuerda al viajero que est�� recorriendo las estribaciones meridionales de la Cordillera Cant��brica y que el suave y lluvioso clima que reina en la comarca es consecuencia de la proximidad del mar.

Tambi��n el aire que desprende el conjunto urbano de Espinosa de los Monteros denota un car��cter marcadamente monta����s. Espinosa es una legendaria villa conocida sobre todo por sus «Monteros», cuerpo hidalgo que desde el a��o 1006 ten��a el privilegio de custodiar durante la noche las estancias de los reyes de Espa��a.
As�� mismo, el rico patrimonio arquitect��nico de esta villa realenga merece una detenida visita. Entre todos sus monumentos destacan el castillo de los Condestables o de los Velasco levantado durante los s. XIV y XV, junto al r��o Trueba y la iglesia renacentista de Santa Cecilia.

Desde Espinosa una estrecha y serpenteante carretera permite internarse en la comarca llamada de Las Machorras o de los Cuatro R��os Pasiegos, el territorio burgal��s en el que con m��s claridad han perdurado las formas de vida ancestrales. Sus habitantes son los pasiegos, un misterioso y amable pueblo que casi en el siglo XXI ha sabido conservar unas sabias costumbres basadas en la tradici��n de muchos siglos.

La principal actividad de los pasiegos gira alrededor de su ��nica fuente de recursos: el ganado vacuno. Su forma de vida est�� marcada por la trashumancia estacional. En verano suben con las vacas a la branizas, praderas naturales, donde se encuentran sus t��picas caba��as construidas en piedra que, con dos plantas y cubiertas con lastras, sirven a la vez de establo y vivienda familiar.

Al llegar al peque��o n��cleo de Las Machorras, lugar en donde est�� enclavado el santuario de Nuestra Se��ora de las Nieves, tres empinadas carreteras de monta��a permiten alcanzar los portillos que sirven de l��mite a Burgos y a Cantabria: La S��a, Estacas de Trueba y Lunada.

Nada mejor para finalizar este apretado recorrido que ascender por alguno de ellos y disfrutar en su cumbre de las maravillosas y dilatadas perspectivas que se abren a ambos lados de las monta��as. Esta zona de Burgos es una de las m��s indicadas para practicar senderismo, actividades de monta��a y exploraci��n espeleol��gica.

De nuevo por Espinosa de los Monteros hay que regresar hasta Soncillo. Desde esta localidad parte una tranquila carretera local que permite alcanzar el pueblo de Virtus. Dominando su caser��o se localiza la silueta de una maciza fortaleza que perteneci�� a la familia de los Porres.

Por Cilleruelo de Bezana y bordeando el espectacular embalse del Ebro se alcanza el famoso balneario de Corconte. En funcionamiento desde finales del siglo pasado es el ��nico establecimiento de ba��os abierto en toda la provincia de Burgos. Adem��s del car��cter medicinal de sus aguas s��dicas y sulfurosas, muy indicadas par tratar las dolencias del ri����n, v��as urinarias, reumatismo y sistema circulatorio, el balneario conserva el encantador aire rom��ntico de los a��os veinte.
Hay que volver a pasar por Cilleruelo para poder enfilar hacia Arija. Herbosa y San Vicente de Villamez��n son dos peque��as aldeas situadas muy cerca de la orilla del Embalse del Ebro y que, como casi todos los pueblos de la zona, viven de la ganader��a caballar y vacuna.

Semejante a un mar en miniatura el Pantano del Ebro es una de las masas de agua artificiales m��s grandes y con mayor volumen de toda la Pen��nsula Ib��rica. En la actualidad sus aguas sirven como escenario para la pr��ctica de variados deportes acu��ticos y constituyen el h��bitat ideal para numerosas aves acu��ticas.

En Arija hay que tomar la desviaci��n que se dirige hacia Montejo de Bricia y a Santa Gadea. Este ��ltimo pueblo conserva un interesante conjunto de construcciones populares entre las que destaca un potro cubierto para herrar ganado.

Nada m��s salir de Santa Gadea, a mano derecha y antes de llegar a una sencilla ermita, se puede tomar un camino forestal asfaltado que se interna en el espeso y m��gico Monte Hijedo: uno de los bosques de hayas, robles y tejos m��s bellos e interesantes de toda Castilla y Le��n.

Por Montejo de Bricia, tras internarse unos kil��metros en Cantabria, se alcanza Presillas de Bricia. En las inmediaciones de esta aldea se yergue solitaria una gran roca arenisca. En ella los anacoretas altomedievales excavaron una espectacular iglesia rupestre. Orientada hacia el oeste, la llamada iglesia de San Miguel presenta dos pisos, el inferior de tres naves con sus correspondientes cabeceras y altares de bloque.

Dos columnas que sostienen un par de arcos de medio punto separan las naves entre s��. Una escalera tallada en la piedra permite el acceso al piso superior con tribunas que se levantan sobre el potente muro externo.

MEDINA DE POMAR Y VILLARCAYO
Desde Burgos hay que tomar la carretera C-629 y descender el puerto de La Mazorra. Tras atravesar brevemente el Valle de Valdivielso, una espectacular puerta natural, el desfiladero de Los Hocinos, permite al viajero llegar hasta la Villarcayo Merindad de Castilla la Vieja. Desde la carretera que serpentea al ritmo marcado por el r��o se puede observar la rica vegetaci��n -boj, encinas, quejigos, rebollos, hayas, tilos, arces, madro��os- que cubre los escarpados farallones rocosos de la garganta. Numerosas aves rapaces anidan y sobrevuelan este privilegiado enclave natural.

Hay que dejar atr��s el pueblo de Incinillas, acceso al Valle de Manzanedo, para alcanzar Villala��n, la primera etapa del recorrido. Tanto en este pueblo como su vecino Bisjueces es f��cil rastrear en el pasado de dos de las figuras, La��n Calvo y Nu��o Rasura, m��s legendarias de la primitiva Castilla.

Seg��n la tradici��n, estos dos Jueces, que entran en la historia a mediados del siglo IX, impart��an la «Faza��a» una justicia basada en leyes orales entroncada con ancestrales costumbres prerromanas .

En Bisjueces no hay que dejar de visitar el p��rtico de su iglesia que, con una esbelta f��brica, protege la curiosa fachada renacentista en la que se representan las esculturas sedentes de los dos Jueces de Castilla.

Antes de llegar a La Aldea merece la pena desviarse hasta Barruelo para poder contemplar m��s de cerca el relieve de La Tesla. De este pueblo parten algunos de los caminos que ascienden hasta la cima de la emblem��tica monta��a. De vuelta a la carretera que conduce a La Aldea se divisa una buena panor��mica de toda la Merindad de Castilla la Vieja -geogr��ficamente es una gran depresi��n sinclinal rodeada de relieves monta��osos-, destacando en el centro la moderna silueta de su capital.

El pueblo de La Aldea aparece presidido por la alta y almenada torre de la iglesia g��tica de Santa Cruz. Desde La Aldea se debe tomar la carretera que conduce, por Santa Cruz de Andino, hasta Villarcayo. Capital de la Merindad de Castilla la Vieja es as�� mismo, desde 1560 y por deseo de Felipe II, capital de toda la comarca.

Espigando en su moderno trazado urbano, en verano se convierte en un importante centro tur��stico, todav��a se pueden localizar algunas muestras de su pasado. Entre todas destacan una serie de casonas solariegas de ��poca barroca situadas en la calle Santa Marina. Tambi��n hay que visitar el museo del trasladado monasterio burebano de Vile��a, que guarda una valiosa colecci��n de sepulcros g��ticos.

Desde Villarcayo y remontando la corriente del Nela pronto se alcanza Cig��enza. En los alrededores de este pueblo se encuentra enclavada la necr��polis altomedieval de San Andr��s. El paisaje se torna ahora quebrado y de vez en cuando aparecen peque��os bosques de encinas y quejigos.

En la misma orilla del Nela se descubren otras dos aldeas: Escanduso y Esca��o. En la primera de ellas se puede admirar una peque��a iglesia de traza rom��nica que pasa por ser una de las m��s peque��as del mundo. La iglesia rom��nica de Esca��o, la de dataci��n m��s antigua en la provincia -a��o 1088-, conserva un ��bside de esa ��poca. En este pueblo hay que tomar la reci��n construida carretera que conduce a Salazar.

En Salazar se localizan las llamadas Torres de los Salazar. Se trata de un edificio fortificado que consta de dos torres separadas por un palacio. Las torres, fechadas en los siglos XVI y XVII, son de buena siller��a y todav��a conservan algunos restos de las almenas que las remataban.

En este pueblo se conservan adem��s otras casas se��oriales con sus correspondientes escudos. Tambi��n se pueden observar los elementos constructivos caracter��sticos de la casa popular de la zona: planta cuadrada, solana en la fachada y edificada en piedra.

Una carretera permite alcanzar por Villanueva La Blanca y Torme -conserva las ruinas de la torre-palacio renacentista de los L��pez de Salazar- el pueblo de Butrera. En sus afueras se alza un gran templo de obra rom��nica consagrado a la Virgen de Septiembre.

De una sola nave y con incipiente crucero, se remata con un ��bside semicircular que al exterior presenta una cuidada decoraci��n a base de misteriosos motivos iconogr��ficos. En el interior de la iglesia se conservan una imagen de la Virgen y un original relieve de la Adoraci��n de los Reyes Magos.

De nuevo en Torme se debe coger la carretera que por Fresnedo, necr��polis altomedieval de Pe��a Horrero, enlaza, a la altura de Bocos, con la C-629. Con direcci��n a Bilbao se alcanza un muy interesante enclave natural: las lagunas de Gayangos.

Un conjunto de peque��os lagos de origen tect��nico que constituyen la mejor zona h��meda de toda la provincia y son el ��nico lugar de cr��a para especies tan escasas y valiosas como el zampull��n cuellinegro, el porr��n com��n o el pato cuchara.

Este apretado recorrido por el coraz��n de Las Merindades -el t��rmino Merindad deriva de una divisi��n territorial, de origen medieval, que estaba bajo el mandato de un merino nombrado por el rey- contin��a por el peque��o lugar, situado a orillas del r��o Cerneja, de El Ribero de Montija.

En medio de su escueto caser��o se localiza su principal monumento: la torre&endash;palacio de los Alvarado. La carretera local que se dirige hacia Castrobarto permite alcanzar el pueblo de Colina.

En es esta localidad, que ya pertenece a la Junta de Traslaloma, sobresale una interesante iglesia parroquial de estilo rom��nico. El elemento m��s destacado del templo es una portada fechada en la segunda mitad del siglo XII. Merece la pena prestar atenci��n a la original ornamentaci��n e iconograf��a que cubre buena parte de sus fustes, arquivoltas y capiteles.

Con direcci��n a los Montes de La Pe��a ellos se dirige la carretera que conduce a Castrobarto. Con toda seguridad el origen de este pueblo, situado a los pies del reverso meridional de la empinada cresta turonense que identifica estas llamativas monta��as, hay que buscarlo en una antigua fortificaci��n romana que vigilaba un importante paso entre los valles de Losa y Mena.

Antes de dejar atr��s Castrobarto se puede emprender una excursi��n a pie para descubrir las riquezas paisaj��sticas, arqueol��gicas y medioambientales que atesora el entorno del puerto de la Magdalena: restos de una calzada de origen romano y medieval, una antigua lobera, umbr��os hayedos y la impresionante panor��mica del Valle de Mena y de las fuentes del Cadagua.

Por Villalacre y Ros��o y siempre paralelos al pliege anticlinal que a��sla el valle del r��o Sal��n o Salado del resto de La Losa, se alcanza el pueblo de Salinas de Ros��o. Sus salinas son famosas desde tiempos de los romanos y as�� lo atestigua el yacimiento arqueol��gico de esa ��poca descubierto hace unos a��os.

El resto m��s destacado es un mosaico, el ��nico en blanco y negro de toda la Meseta, que cubr��a el suelo de una gran lonja relacionada con la industria de la sal. Sus motivos decorativos, sobre todo el laberinto central, permiten fecharlo como el m��s antiguo de la provincia de Burgos, siglo II d. C.

Bosquetes de encinas y sobre todo de quejigos, ��rbol cl��max de estas ��reas de media altitud de Las Merindades, salpican el paisaje y cubren las laderas de casi todas las crestas rocosas. Siguiendo en todo momento el curso del r��o Sal��n se alcanza la localidad de La Cerca.

En este pueblo cargado de historia, fue el solar principal de la familia de los Salazar, se conserva una iglesia rom��nica con ��bside semicircular en cuyo interior se puede admirar un relieve policromado, ��ltimos lustros del siglo XII, que representa los s��mbolos de los cuatro evangelistas rodeando a Cristo Majestad.
Desde La Cerca la carretera alcanza el pueblo de Villatomil. En los campos que circundan esta peque��a localidad todav��a resuenan los ecos de la importante batalla, acaecida en 1325, entre las principales familias feudales de Las Merindades: los Salazar y los Velasco. Precisamente hacia la capital del se��or��o de estos ��ltimos, la ciudad de Medina de PomarMedina de Pomar, enfila el recorrido.
Situada muy cerca del r��o Trueba y centro de un antiguo e importante nudo de comunicaciones, la historia de la antigua capital de Las Merindades hunde sus ra��ces en la ��poca de la repoblaci��n altomedieval.
En tiempos de Alfonso VII, primera mitad del siglo XII, recibe su primer fuero y en 1369, fecha transcendental en su historia, fue donada a Pedro Fern��ndez de Velasco.

Los Velasco, futuros Condestables de Castilla, convirtieron Medina de Pomar en el centro de su extenso se��or��o e incluso la eligieron como su pante��n. Como prueba de lo primero edificaron un desafiante alc��zar de marcadas influencias ��rabes.

Conocido como «Las Torres» el castillo, levantado a finales del siglo XIV, consta de dos robustos torreones de planta cuadrada, rematados por almenas, que aparecen unidos por un edificio central que albergaba un lujoso palacio, en el que a��n se conservan unos frisos con elegantes yeser��as de estilo mud��jar.

Para su morada definitiva la poderosa familia feudal eligi�� el monasterio de Santa Clara. Fue fundado en 1313 por Sancho S��nchez de Velasco y su iglesia, edificada en el siglo XV, es de nave ��nica. En el siglo XVI se le a��adi�� la capilla funeraria de la Concepci��n, que sigue el modelo familiar iniciado en la capilla de los Condestables de la Catedral de Burgos: ��mbito ��nico cubierto con rica b��veda de crucer��a que descarga sobre cuatro grandes trompas. El museo del convento de Santa Clara exhibe entre otras muchas piezas un notable Cristo yacente de Gregorio Fern��ndez.

En Medina de Pomar, que todav��a conserva restos del trazado medieval de sus calles y una n��tida huella de su notable juder��a, se pueden visitar otros monumentos significativos: arco de la Cadena, convento de San Pedro, iglesias de Santa Cruz y de Nuestra Se��ora del Rosario, hospital de la Vera Cruz y el edificio del Ayuntamiento.

VALDIVIELSO Y TOBALINA
Pocos espacios geogr��ficos burgaleses aparecen tan bien definidos como el territorio que ocupa la Merindad de Valdivielso. Limitado al norte por los farallones de la Sierra de La Tesla, su flanco meridional lo cierran las ��ltimas estribaciones de las parameras calc��reas de La Lora. El perfecto valle formado por estas dos estructuras geol��gicas -cubiertas en su mayor parte por espesas y variadas masas forestales- es recorrido longitudinalmente por el r��o Ebro.

Si el paisaje resulta brillante y espectacular no lo es menos el contenido hist��rico, art��stico y cultural que atesora en su interior la «perla» de Las Merindades. Al llegar desde Burgos es imprescindible detenerse en alg��n punto del puerto de La Mazorra para poder contemplar, y sobre todo disfrutar, uno de los panoramas naturales m��s bellos de Espa��a. Con esta visi��n pocos viajeros podr��n resistir la tentaci��n de continuar la gira por Valdivielso.

Pronto se divisan las primeras edificaciones de Valdenoceda. Entre todas ellas destaca el conjunto formado por la torre g��tica de los Velasco y la iglesia rom��nica de San Miguel. En esta ��ltima, construida en el tercer cuarto del siglo XII a semejanza de la vecina de San Pedro de Tejada, se conservan una c��pula sobre trompas y una torre cuadrada que se alza sobre la misma. Los motivos escult��ricos de las m��nsulas y de los canecillos del tejaroz responden a los mismos motivos de Tejada.

A pocos kil��metros de Valdenoceda, con direcci��n a Logro��o, hay que tomar la primera desviaci��n a mano derecha que conduce a Quintana de Valdivielso. A lo largo de su calle principal van apareciendo los distintos elementos de su rico patrimonio: el decimon��nico Colegio de Hu��rfanos, la casa de los Huidobros, el renacentista palacio fortificado que perteneci�� a la noble familia San Mart��n, y, ya fuera del pueblo, la torre de Loja, almenado castillo levantado con buenos sillares entre finales del siglo XV y comienzos del XVI.

Muy cerca de Quintana, el pueblo de El Almi���� recibe al viajero con la elegante torre cuadrada de su iglesia parroquial. De estilo rom��nico, aparece formada por dos cuerpos; el superior presenta cuatro ventanas en cada uno de sus lados. En el interior del templo se pueden observar una curiosa c��pula sobre el crucero y una no menos interesante pila bautismal.

Dentro de este peque��o pueblo situado al pie de la calzada medieval que desciende desde el puerto de La Mazorra se conservan varias casonas se��oriales que responden al tipo com��n de la casona norte��a de Las Merindades: edificio aislado, de planta rectangular con cubierta a cuatro aguas y levantado con buenos sillares de piedra. La mayor parte est��n adornadas con escudos nobiliarios y recercas y molduras en puertas y ventanas. En algunas de estas casas todav��a viven los descendientes de los hidalgos que las construyeron en los siglos XVI, XVII y XVIII.

Hay que efectuar un peque��o desv��o y despu��s de cruzar el Ebro por el m��s antiguo puente de toda la zona, la carretera llega a Puente Arenas. Una pista de cemento que parte desde el centro del citado pueblo conduce hacia una de las iglesias rom��nicas mejor conservadas y m��s interesantes de todo el arte rom��nico espa��ol. Del primitivo monasterio de San Pedro de Tejada, fundado en el a��o 850, s��lo ha llegado hasta nuestros d��as su iglesia, edificada en el m��s puro estilo rom��nico durante el segundo tercio del siglo XII.

Su estructura arm��nica y s��lida responde a las caracter��sticas t��picas del rom��nico de Burgos: una sola nave, ��bside semicircular y torre sobre la c��pula. Tanto en su portada como en sus numerosas ventanas, capiteles y canecillos se concentra una abundante y representativa escultura. Destacan por su sencillez y elegancia los relieves de la Ascensi��n y de la ��ltima Cena. Tambi��n los canecillos que sustentan las cornisas del ��bside y las fachadas poseen un variado repertorio iconogr��fico, en el que sobresalen los temas l��dicos y er��ticos.

La tranquila carretera, siempre paralela al r��o Ebro, se dirige sin prisas y con una invitaci��n continua a disfrutar del cambio de paisajes, al encuentro de Quecedo, la capital de la Merindad de Valdivielso. Los regidores del valle, siguiendo un ancestral rito, celebraban todos sus concejos debajo de una centenaria encina sagrada. Como en la mayor��a de los pueblos de la comarca un castillo o torre defensiva preside la silueta del caser��o. En el caso de Quecedo es la casa fuerte almenada de los Huidobro-Incinillas.

La iglesia de Santa Eulalia y varias casonas y palacios completan la visita de este pueblo. En sus inmediaciones se localizan el enclave de Los C��rcabos y las llamadas Cuevas de los Moros, uno de los m��s importantes conjuntos erem��ticos del Alto Ebro burgal��s.

El itinerario prosigue visitando varios pueblos que presentan el denominador com��n de estar emplazados a los pies de la majestuosa Sierra de La Tesla y a la orilla de alguno de los arroyos que descienden de la misma.

Arroyo y su iglesia g��tica; Valhermosa con su correspondiente torre de los Saravia; y Hoz de Valdivielso que adem��s de conservar un palacio de estilo herreriano es la puerta obligada para llegar, a trav��s de una espectacular garganta, a Tartal��s de los Montes.

Por oriente, el ��ltimo pueblo de Valdivielso es Panizares que distribuye su peculiar arquitectura popular -que como en toda La Merindad comparte elementos comunes de la casa monta��esa y de las m��s sobrias construcciones de los vecinos p��ramos- debajo de unas singulares formaciones geol��gicas con forma de cuchillos.

Tras cruzar el peque��o embalse de Cereceda y por el pueblo del mismo nombre, se alcanza la carretera que se interna en el desfiladero de La Horadada: una profunda, larga y angosta garganta abierta por el r��o Ebro en la que crece una densa y variada vegetaci��n, en especial quejigos, hayas y tejos, y abundan las aves rapaces.

Un carreteril asfaltado permite alcanzar un gigantesco anfiteatro rocoso en cuyo fondo se esconde la aldea de Tartal��s de Cilla. En los alrededores de esta localidad se pueden admirar dos interesantes conjuntos rupestres de origen altomedieval: las cuevas de San Pedro y de los Portugueses. En el pueblo a��n se guarda la memoria de un legendario eremita de origen visigodo: San Ferm��n.

A la salida del impresionante desfiladero de La Horadada y en la misma confluencia de los r��os Ebro y Nela se alza el caser��o de TrespaderneTrespaderne. Secular cruce de caminos, en sus inmediaciones se localizan las ruinas de una de las fortalezas m��s nombradas y con mayor contenido hist��rico -su origen se remonta a la ��poca romana- de toda la alta Castilla: el legendario castillo de Tedeja.

Desde Trespaderne, siguiendo la carretera del puerto de Angulo, es preciso detenerse en Cadi��anos para admirar los restos del magn��fico palacio de los Medina Rosales, una de las familias m��s ilustres de Tobalina. Remontando el r��o Jerea pronto se llega a Pedrosa de Tobalina, pueblo en el que no hay que dejar de ver su anfiteatro de cascadas.

En Pedrosa es necesario desviarse con direcci��n a Barcina del Barco. Tras pasar por Extramiana desde su iglesia se domina una extensa vista del Valle de Tobalina cerrado por el Sur por las estribaciones de los Obarenes, se alcanza Ranedo. En esta localidad hay que tomar una pista asfaltada que conduce hasta Herr��n, uno de los n��cleos mejor conservados y m��s interesantes del valle.

Recostado en la Sierra de ��rcena, Herr��n es la puerta del desfiladero del Pur��n. Esta importante v��a natural que fue utilizada por los romanos todav��a se conserva un puente de la ��poca y por los repobladores altomedievales constituye uno de los recorridos senderistas m��s bellos de Burgos. En Herr��n, lugar donde en el a��o 870 el abad Pablo fund�� el monasterio de San Mart��n, se levantan varias casonas y palacios blasonados as�� como una casa medieval construida en toba y que conserva en su interior unas pinturas murales g��ticas.

Para continuar el recorrido por Tobalina hay que enlazar, por Promediano y Gabanes, con la carretera de Trespaderne a Puentelarr��. Tras una r��pida visita a Quintana Mart��n Gal��ndez y siguiendo el eje natural formado por el r��o Ebro, se alcanza la desviaci��n antes se puede visitar la torre de los Bonifaz en el cercano Lomana hacia Fr��as.

A la derecha de la actual carretera puede verse el llamado puente de Fr��as. Su torre defensiva, levantada en el siglo XIV para el cobro de los derechos de paso, confiere a este antiguo puente medieval, con or��genes romanos, un aire inconfundible.

La ciudad de Fr��as es un elemento irrepetible dentro del paisaje de Las Merindades. Surgida en la primera ��poca de la repoblaci��n castellana, el trazado de su n��cleo urbano conserva un aire t��picamente medieval que se ve reforzado por la silueta de un castillo levantado sobre una inveros��mil atalaya rocosa.

La fortaleza, desde la que se goza de una inmejorable perspectiva de la ciudad y de casi todo el Valle de Tobalina, fue edificada entre los siglos XII, XV e incluso XVI. Adem��s de la original torre del homenaje se pueden contemplar unos ventanales decorados con capiteles de estilo rom��nico.

El fuerte desnivel existente en la plataforma sobre la que se asienta el caser��o ha condicionado el trazado de las calles, el programa vertical de los edificios y un est��tico conjunto de casas colgantes. En muchas de las construcciones de Fr��as se ha mantenido un entramado de madera con claro origen medieval.

En el extremo opuesto al castillo se localiza la iglesia de San Vicente de la que se expoli��, en 1904, una interesante portada rom��nica. Otros monumentos dignos de visitar son la iglesia de San Vitores y los conventos abandonados de San Francisco y Santa Mar��a del Vadillo. Fuente: Patronato de Turismo de Burgos.
Por la carretera de Soria hay que enlazar con Barbadillo del Mercado. Desde este pueblo y remontando las trucheras aguas del r��o Pedroso se llega a Vizca��nos de la Sierra. Pueblo t��picamente serrano, su caser��o aparece presidido por la silueta de una iglesia rom��nica que se recorta imponente frente a la altas monta��as de la Demanda.
Levantada en la segunda mitad del siglo XII, la iglesia parroquial de San Mart��n destaca por la pureza arquitect��nica y por la armon��a de su conjunto. Sobre el resto de los elementos del templo, ��bside semicircular, p��rtico y nave, sobresale la elevada y maciza torre de tres cuerpos.

Desde Vizca��nos merece la pena tomar la estrecha y serpenteante carretera de monta��a que conduce al cercano Jaramillo de la Fuente. Este pueblo conserva tambi��n una notable iglesia rom��nica. Adem��s del ��bside y la torre, el principal elemento del templo es su elegante galer��a porticada. Orientado al Sur por razones climatol��gicas, este p��rtico consta de los siete arcos tradicionales que se apoyan en columnas dobles con capiteles de influencia silense. Como casi todo el conjunto es del ��ltimo tercio del XII. Entre las bien conservadas casas serranas de Jaramillo -con sus caracter��sticas chimeneas encestadas- se alza un original rollo jurisdiccional.

A muy pocos kil��metros se encuentra San Mill��n de Lara. Dominando su notable conjunto rural, cuajado de numerosas casas serranas de piedra, destaca una iglesia rom��nica levantada, en el a��o 1165 por Benito, Miguel y Mart��n, sobre la primitiva cueva del santo eremita que da nombre al pueblo. En su interior todav��a se conserva un elegante arco moz��rabe.

De nuevo en Vizca��nos la pista asfaltada paralela al Pedroso atraviesa unos tupidos bosques de roble rebollo y alcanza la carretera C-113 que se dirige hacia Barbadillo del Pez. Dividido en dos barrios lo m��s destacado de este pueblo son las casas porticadas, apoyadas en grandes vigas de madera, que se abren en su calle principal. Tambi��n es muy se��alada la romer��a de la Virgen del Rebollar, patrona de todo el Valle de Valdelaguna.

Precisamente en Barbadillo del Pez se debe tomar la carretera que se interna en este mencionado valle. Tras contemplar la bella traza del puente de Vallejimeno, se alcanza Huerta de Abajo. En las afueras de este pueblo y en la misma orilla del r��o Tejero se alzan los restos de una ferrer��a del siglo XV. De la larga tradici��n metal��rgica de Valdelaguna da fe el hallazgo de un dep��sito de hachas, pu��ales, lanzas y hojas de afeitar pertenecientes al Bronce Final. De Huerta de Abajo parte una estrecha carretera de monta��a que permite acercarse hasta los m��s escondidos tesoros de Valdelaguna: unas espectaculares y centenarias dehesas de roble, acebo y haya. Las de Tolba��os de Abajo y Huerta de Arriba son las mejor conservadas.

Una pista forestal asfaltada permite saltar desde Valdelaguna hasta el cercano Monterrubio de Demanda. Los espesos bosques que rodean -principalmente de hayas y robles- este pueblo son el lugar ideal para presenciar, al comienzo del oto��o, la inolvidable berrea del ciervo.

La carretera alcanza enseguida Barbadillo de Herreros. La prosperidad de la que goz�� esta localidad durante varios siglos se basaba en dos pilares fundamentales: la ganader��a trashumante y las famosas ferrer��as en las que se forjaron las espadas de los m��s importantes y legendarios h��roes castellanos. De la primera actividad quedan como testigos las numerosas casas-palacios blasonadas levantadas por las privilegiadas familias que pertenec��an al Honrado Concejo de La Mesta. Tambi��n y en las afueras de Barbadillo de Herreros se mantienen en pie los restos de una fundici��n que ya era citada en 1044 en los documentos del Monasterio de Arlanza. Tampoco hay que olvidar que en su iglesia parroquial se guarda una escultura en m��rmol atribuida a Diego de Siloe.

Un profundo desfiladero excavado por el r��o Pedroso en las potentes metareniscas y pizarras del C��mbrico Inferior facilita a la carretera continuar su marcha. De lo m��s escarpado de la garganta parte una desviaci��n que permite acercarse hasta el peque��o y aislado pueblo de Riocavado de la Sierra. Tras contemplar su iglesia rom��nica, a la que ya jam��s dar�� sombra la que fuera la olma m��s grande de Espa��a, es preciso proseguir a la b��squeda de Pineda de la Sierra.

Una vez superadas las fuertes rampas del puerto del Manquillo y siguiendo el curso del reci��n nacido r��o Arlanz��n se alcanza Pineda. Enmarcado entre las altas cumbres de la sierra y rodeado por extensos bosques aut��ctonos -hayas, rebollos, acebos y abedules- este pueblo manifiesta en sus numerosas casonas el esplendor que tuvo desde la Edad Media como importante centro ganadero. Su monumento m��s destacado es la iglesia de Santa Juliana, que, adem��s de un ��bside y una portada rom��nicas, conserva una magn��fica galer��a porticada, fechada en la segunda mitad del XII y que est�� considerada como una de las m��s bellas de todo el rom��nico rural castellano.

Desde Pineda y bordeando los dos pantanos del Arlanz��n se alcanza la carretera que enfila con direcci��n a Pradoluengo. Nada m��s cambiar de cuenca hidrogr��fica -el Arlanz��n y sus afluentes vierten al Duero- y buscar el curso alto del Tir��n, ya en la cuenca del Ebro, hay que detenerse en Valmala -conserva una buena iglesia con cabecera rom��nica- y acercarse a conocer las aldeas de R��banos y Villamudria. Unos pocos kil��metros m��s, sit��an al viajero en la ribera del Urbi��n, r��o que desciende embravecido desde los cercanos neveros del pico San Mill��n. Santa Cruz del Valle Urbi��n, el primer pueblo que cruzan sus limpias aguas, mantiene en pie un interesante y arm��nico conjunto de casas tradicionales en las que destacan los entramados de madera rellenos de cascajos.

Con un pico San Mill��n, sus 2.131 metros son la m��xima altura de la provincia burgalesa, que domina majestuoso el paisaje, se llega a la industriosa localidad de Pradoluengo. Famosa por sus boinas y calcetines merece un alto en el camino para disfrutar de su aire puro y transparente.

Por Villagalijo y Santa Olalla se llega hasta San Vicente del Valle. En las afueras de esta localidad se encuentra un antiguo y restaurado templo con restos, finales del siglo VI, del periodo hispanovisigodo.

El ��ltimo pueblo burgal��s de la Sierra de la Demanda es Fresneda de la Sierra Tir��n. En esta pintoresca localidad, adem��s de su peculiar trazado urbano, se puede visitar la iglesia parroquial, levantada a mediados del siglo XVI, que conserva en su interior un bello retablo romanista obra del famoso escultor local Rodrigo de la Haya. Remontando las aguas del Tir��n, festoneadas por unos umbr��os hayedos, se puede llegar hasta uno de los lugares m��s emblem��ticos y aislados de toda la Demanda: el Pozo Negro.

TIERRA DE PINARES

Antes de internarse plenamente en la Tierra de Pinares es necesario visitar Salas de los Infantes. En el moderno caser��o de esta localidad situada en la misma orilla del r��o Arlanza, a��n resuenan los ecos de una de las m��s famosas leyendas castellanas: la de los Siete Infantes de Lara. Precisamente en su iglesia parroquial de Santa Mar��a -de sobria f��brica g��tica y elegante portada renacentista- se puede contemplar la curiosa arqueta en la que se guardan las siete cabezas de los Infantes.

Por la carretera que lleva a Quintanar de la Sierra, pronto se alcanza Castrillo de la Reina, pueblo serrano que llama la atenci��n por su peculiar trazado longitudinal. Adem��s de la iglesia parroquial de San Esteban, fechada en el siglo XV, a la salida del n��cleo urbano se puede contemplar el conjunto arqueol��gico de Santiuste. En los alrededores de Castrillo de la Reina han aparecido los restos fosilizados de varios ��rboles que vivieron en la zona hace m��s de 130 millones de a��os. Del grupo de las angiospermas -quercus y palmoxylon- los yacimientos burgaleses de estos grandes ��rboles est��n entre los m��s importantes de Europa.

Pocos pueblos de la provincia pueden presumir de un patrimonio arqueol��gico tan rico y variado como el de Palacios de la Sierra. Desde los hallazgos de bifaces achelenses del Paleol��tico Inferior, hasta los restos de un puente romano sobre el r��o Vadillo y otro de obra medieval sobre el Arlanza, pasando por numerosas necr��polis altomedievales.

En la conocida como El Castillo, situada en una colina que domina el pueblo, se ha localizado la mayor necr��polis medieval espa��ola. Sus 434 tumbas formadas por lajas y losas monol��ticas, y el impresionante conjunto de estelas funerarias -la mayor��a decoradas con signos, leyendas, y dibujos m��gicos y misteriosos- hablan de la importancia del yacimiento.

Despu��s de Palacios de la Sierra la carretera se interna definitivamente en la gran masa forestal que caracteriza y da nombre a esta regi��n del sureste burgal��s. El pino albar, especie arb��rea dominante, forma en este sector del Sistema Ib��rico una de las selvas de con��feras m��s extensas y frondosas de todo el territorio peninsular. Pronto se alcanza el cruce de Vilviestre del Pinar, localidad que como casi todos los pueblos de «Tierra de Pinares», vive de la industria de transformaci��n de la madera de pino. Sus numerosas casonas y palacios, presididos por la iglesia de San Mart��n, son un claro testimonio de su pasado esplendor como centro carreteril.

De nuevo por la carretera principal es f��cil divisar, encaramado a una suave colina lamida por las incipientes aguas del r��o Arlanza, el caser��o serrano de Quintanar de la Sierra. Pr��spero centro administrativo, entre sus edificios destacan la iglesia de San Crist��bal, levantada en el a��o de 1630 sobre los restos de un antiguo templo visigodo y la ermita de Nuestra Se��ora de la Gu��a.

Sin embargo, el patrimonio m��s interesante de Quintanar de la Sierra es el conjunto de necr��polis y eremitorios altomedievales que se conserva en sus proximidades. A la salida del pueblo, en direcci��n a Neila, se descubre la pista forestal se��alizada que, tras unos tres kil��metros, conduce al poblado y a la necr��polis de Cuyacabras.

Hay que internarse andando en este espectacular recinto arqueol��gico que aparece rodeado de una tupida masa de pinos y robles. Sus 166 tumbas antropom��rficas, los 13 nichos excavados en la superficie de la roca y los restos de la iglesia confieren al lugar un aire m��gico y sobrecogedor.

Muy cerca de Cuyacabras se localiza Cueva Andr��s. Fechado as�� mismo en el siglo X, este eremitorio ha sido considerado por los expertos como un ejemplo antol��gico del arte altomedieval. Entre sus restos destaca el altar, en el que aparece tallado un arco de herradura de origen califal.

Desde Quintanar de la Sierra la carretera asciende serpenteando entre el denso pinar al encuentro de Neila. Unos kil��metros antes del pueblo, a la altura del puerto del Collado, es preciso desviarse por la pista se��alizada que en una pronunciada subida alcanza las lagunas de Neila. En este espectacular rosario de peque��os lagos de origen glaciar -Haedillo, Legua, Tejera, Larga, Pardillas, Patos, Brava, de la Cascada- destaca, y da nombre a toda la zona, la famosa laguna Negra. En sus heladoras y misteriosas aguas se refleja la nevada cumbre del Campi��a. Tambi��n desde el puerto del Collado parte una ruta de monta��a que asciende hasta el pico y la laguna del Mu��alba.

Ya en Neila hay que admirar su conjunto de arquitectura popular en el que destacan varias casonas solariegas; entre todas sobresale el palacio de los M��rquez, conocido tambi��n como la casa del Cura Merino. Si en el barrio de Santa Mar��a merece una visita la cueva por donde brota el r��o Neila, en el de San Miguel hay que acercarse hasta su iglesia que, adem��s del ��bside y la torre, conserva una de las l��pidas m��s antiguas del rom��nico burgal��s. Neila fue el centro pastoril m��s importante de toda la regi��n y en su t��rmino funcion�� un gran lavadero de lana.

De nuevo por Quintanar de la Sierra hay que enfilar a la b��squeda de Regumiel de la Sierra. Antes de llegar a este pueblo es imprescindible realizar una parada en la ermita de Revenga. Muy cerca del edificio del Comunero se localiza otro interesante conjunto arqueol��gico con necr��polis, iglesia rupestre y unas misteriosas insculturas grabadas en la roca.

Una de las calles que parten del front��n de Regumiel de la Sierra conduce sin p��rdida hasta una superficie rocosa en la que se distinguen con claridad las gigantescas huellas f��siles de varios dinosaurios. Pertenecientes casi con toda seguridad a un carnosaurio, los paleoicn��logos las han datado hace 160 millones de a��os, durante el Jur��sico. No hay que abandonar este pueblo sin acercarse a contemplar su iglesia parroquial junto a la que existe otra necr��polis moz��rabe.

Para proseguir el recorrido es preciso regresar hasta Vilviestre del Pinar y tomar la carretera forestal que conduce a Hontoria del Pinar. En las afueras de esta localidad destaca un pintoresco puente romano, tendido sobre el r��o Lobos aprovechando una gran roca desprendida de la monta��a. Por este lugar pasaba la calzada romana que un��a las ciudades de Clunia y Uxama. Tambi��n aqu�� comienza el recorrido a pie que permite visitar el sector burgal��s del Parque Natural del Ca����n del r��o Lobos.

Otra vez por la carretera de Soria pero con direcci��n a Burgos, se pueden visitar los pueblos de Rabanera del Pinar, La Gallega y Hacinas. En todos ellos se conservan unas buenas muestras de la popular casa serrana con su t��pica chimenea troncoc��nica. En Hacinas tambi��n se pueden ver las ruinas de su castillo y los restos de varios ��rboles fosilizados. As�� mismo son muy famosos en esta localidad la romer��a de Santa Lucia, los cantos populares de «El Reinado» y las fiestas del carnaval con «la tarasca» y «la vaca romera».

Un poco antes de Hacinas parte una carretera que despu��s de atravesar los ��ltimos bosques de la Tierra de Pinares alcanza la localidad de Huerta de Rey. Todav��a conserva este pueblo una elegante traza medieval, con una arquitectura popular en la que se aprecian claramente las influencias de las dos zonas que confluyen sobre el pueblo: la Sierra de la Demanda y la Ribera del Duero.

Tambi��n desde Hacinas se puede tomar una tranquila carretera que serpenteando por el fondo de la espectacular garganta del r��o Mataviejas y despu��s de pasar por debajo de la legendaria Mesa de Carazo, alcanza la localidad -famosa a nivel mundial por el magn��fico claustro rom��nico de su monasterio- de Santo Domingo de Silos.

SAN MILL��N
La ruta que sube desde Santa Cruz del Valle Urbi��n hacia la cumbre del pico San Mill��n, es uno de los recorridos senderistas m��s interesantes de toda la provincia burgalesa. Una vez atravesado el pueblo hay que tomar el camino que paralelo al r��o Urbi��n, asciende hacia la cara norte del San Mill��n. Al llegar a una caba��a, es preciso seguir por la pista de la derecha, hasta un puente de cemento en el que hay que desviarse otra vez a la izquierda.

A partir de este punto el recorrido no tiene p��rdida, ya que s��lo queda remontar el curso del r��o. Las mejores ��pocas para efectuar este paseo de 14 kil��metros son la primavera y el oto��o. Hay que calcular, seg��n la preparaci��n f��sica de cada uno, algo m��s de seis horas de marcha y es imprescindible calzar unas buenas botas de monta��a.

EL PICO Y LA LAGUNA DE MU��ALBA
El puerto del Collado, al que se accede por la carretera que enlaza las localidades de Quintanar de la Sierra y Neila, es el punto en donde se inicia el recorrido a pie que conduce hasta el Mu��alba. Llegando desde la primera es preciso tomar la pista que parte hacia la derecha y que nace justo enfrente de la carretera asfaltada que se dirige hacia el parque de las lagunas de Neila.

Tras alcanzar las antenas situadas en las inmediaciones del Morro de San Crist��bal solamente queda proseguir por plena l��nea de cumbres y descubrir un territorio en el que confluyen tres bellas y espectaculares formaciones monta��osas: los macizos de Neila, Urbi��n y Cebollera. En el sector burgal��s de este verdadero laberinto orogr��fico destaca la cumbre del Mu��alba que, con sus 2.073 metros, es la segunda altura de la provincia de Burgos.
Las lagunas de origen glaciar de La Oruga y Mu��alba, localizadas a sus pies, y una rica fauna y flora, muy bien adaptadas a las duras condiciones clim��ticas que reinan en la zona, completan el inter��s paisaj��stico y medioambiental de este espacio natural. Hay que calcular unas seis horas y el regreso se efect��a por el mismo camino.

EL FERROCARRIL MINERO
El desmantelado ferrocarril minero que desde las proximidades de la ciudad de Burgos, concretamente de la localidad de Villafr��a, enlazaba con la aldea de Bezares, situada en pleno coraz��n de la Sierra de la Demanda, es uno de los trazados m��s adecuados e interesantes para practicar el senderismo de todo el norte de Espa��a.

Sus cerca de 55 kil��metros permitir��n descubrir a cualquier caminante curioso una serie de lugares ��nicos y un sinf��n de bellos paisajes naturales. Es el mejor camino para introducirse en plena Demanda y disfrutar de primera mano de la belleza de sus parajes monta��osos, la diversidad bot��nica de sus frondosos bosques, la variada fauna que habita en su intrincada geograf��a y la riqueza geol��gica que encierran en su interior estas antiguas monta��as enclavadas en el extremo m��s noroccidental del Sistema Ib��rico.
Las etapas m��s interesantes de su trazado son las que van desde Urrez, bordeando el viejo pantano del Arlanz��n, hasta Pineda de la Sierra.Y la que parte de esta localidad, por el puerto del Manquillo hasta Riocavado de la Sierra y Barbadillo de Herreros.

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