Nuevos estudios sitúan cuna del castellano en Valpuesta, Burgos

En España empieza a cuestionarse la teoría oficial de que los primeros escritos en castellano son las glosas o anotaciones marginales que un monje escribió en el siglo XI en un códice del monasterio de San Millán de la Cogolla, en La Rioja, norte del país.

Artículo sobre Valpuesta publicado por la Agencia EFEEso es, al menos, lo que afirma el periodista e historiador español Nicolás Dulanto, quien sitúa más al norte, entre los muros de un pequeño monasterio de Valpuesta, en Burgos, casi dos siglos antes -a finales del IX-, los pergaminos que contienen las palabras en romance castellano más antiguas de que se tenga constancia.

Dulanto, que recoge en un libro recién publicado bajo el revelador título de «Valpuesta: la cuna del castellano escrito» recientes estudios de diversos historiadores y lingüistas, declaró que «las dos fuertes razones que tiene el Cartulario de Valpuesta frente a las glosas de San Millán son esas: la antigüedad, que es anterior, y que son más castellanas«.

Entre los muros de esta comunidad fundada por el obispo Juan en el año 804, los monjes -que «lo que hablaban ya era romance» y no latín, matiza Dulanto-, redactan su cartulario (documentos notariales que dan fe, entre otras cuestiones, de sus propiedades y transacciones) intercalando por primera vez palabras en castellano.
Esto lo hacían en un contexto latino, pero «en ese latín, muy vulgar, se introducían palabras en romance, palabras de su vida ordinaria, que era el romance» castellano, concluye el estudioso.
Así, los amanuenses valpostanos sustituyen ‘domus’, ‘aequus’ y ‘edere’ por casa, caballo y ‘comedere’, respectivamente, y así hasta «más de un centenar de palabras«, según el estudio del paleólogo e historiador Saturnino Ruiz de Loizaga, que Dulanto cita en su libro junto a los del catedrático de Gramática Histórica Española Ricardo Ciervide y la lingüista Emiliana Ramos.
Dulanto explica que el Cartulario de Valpuesta, una «serie de cuadernillos cosidos entre sí y que son muy desiguales» en tamaño, incluye «hasta siete (actas) fechadas antes del siglo X«.
Pero el autor apunta todavía más allá y no sólo afirma que este Cartulario, «el más antiguo de toda esta zona del reino Astur«, recoge los primeros testimonios escritos del castellano, sino que en él las palabras escritas «son más castellanas«.
«Mientras las glosas (de San Millán) responden a palabras que son romances, pero no romance castellano propiamente«, sino voces riojanas con influencias navarro-aragonesas, «las (palabras sueltas) de Valpuesta sí son castellano«, asegura Dulanto.
Por todo ello, el autor del libro cree que «no se puede seguir manteniendo esa frase de que la cuna del castellano está ahí (en San Millán)«, sino que tal afirmación «tienen que atribuírsela al Cartulario de Valpuesta«.
Sin embargo, Dulanto matiza que con ello no quiere entrar en polémicas porque considera que simplemente se trata de «colocar a cada uno en su lugar«.
Si «San Millán fue el centro difusor de cultura y de agrupación de muchísimos libros«, Valpuesta es la cuna del castellano escrito «mientras no aparezca un cartulario u otro documento que sea más antiguo«, añade el historiador.
Nicolás Dulanto hace énfasis en que la importancia de este pequeño núcleo rural en la frontera sureste del País Vasco y noroccidental de Castilla no se queda ahí porque «Valpuesta es el principio de la Reconquista por la parte oriental del reino Astur«, en un momento en que gran parte de la Península Ibérica estaba controlada por los ejércitos árabes.
Polémicas a un lado, Valpuesta es hoy una aldea semiabandonada, con un iglesia gótica en penosas condiciones y un claustro adosado que «se está cayendo materialmente«, lamenta Dulanto al reclamar un lugar en la Historia para esta localidad de la provincia de Burgos.
Y ese es el objetivo de su libro y el de la Federación Vallis-Posita, que aglutina a los ayuntamientos de la región: «difundir Valpuesta, que es un nombre olvidado«, y que la localidad recupere el esplendor que tuvo durante casi 300 años.

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