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MAR GONZÁLEZ / BURGOS. Burgos, capital de la evolución humana, también lo es ahora de la palabra gracias a la exposición Los orígenes del español, que puede verse hasta agosto en el Palacio de la Isla, sede del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua.
En este sentido, el profesor de la Universidad de León, José Ramón Morala, señala que «hace más de mil años en las tierras de los viejos reinos de Castilla y de León comenzaron a quedar reflejadas en los textos escritos las primeras palabras romances».
A través de la muestra, los visitantes podrán sumergirse en los orígenes del español y conocer los primeros documentos en los que, como explica Morala, «se cantan las hazañas de reyes y héroes, se glosan textos religiosos pero, sobre todo, humildes textos en los que se registran actos de la vida cotidiana».
Entre los documentos que se muestran en Burgos destacan los cartularios que, según explica José Antonio Fernández Flórez, profesor de la Universidad de Burgos, son códices diplomáticos, elaborados al copiar los documentos existentes en los archivos de los destinatarios de dichos textos, fundamentalmente, instituciones eclesiásticas, pero también seculares.
En la Península Ibérica, especialmente, en los reinos hispánicos occidentales de la Edad Media, los cartularios recibieron diversos nombres, como Becerros, Tumbos, Liber (Testamentorum), Cuadernos de Privilegios, etcétera, de los que en Castilla y León se realizaron y conservan varios «de los más egregios ejemplares hispanos», indica Fernández Flórez.
En este sentido, el más antiguo de los que se conocen es el Becerro Gótico de Cardeña (Burgos); el más importante de los catedralicios, el Tumbo Legionense; el de los monásticos, el Becerro Gótico de Sahagún; y unos códices muy peculiares e importantes para los orígenes del castellano, los becerros Gótico y Galicano de Valpuesta.
El Cartulario de Valpuesta es una colección de 187 documentos copiados en escritura visigótica y en escritura galicana que abarcan los siglos IX al XIII.
El coordinador de Universidades del Instituto de la Lengua, Antonio Álvarez Tejedor, destaca que el estudio de estas obras ha permitido detectar y precisar cronológicamente las innovaciones gráfico-fónicas del romance primitivo por lo que «se han convertido en una fuente documental imprescindible para estudiar el período de orígenes del romance».
Texto publicado el domingo, 1 de mayo, en el diario ABC.